
Nos ha encantado poder ser acompañados por vosotros en todo este curso. Hemos intentado crear un espacio donde exponer lo que somos cada uno de los que en el blog hemos escrito. Esperamos haberlo conseguido. Un saludo a todos y, hasta otra.

El amor a la Compañía se hace carne en el cariño a los compañeros. Cuando un amigo deja la Compañía, algo por dentro se rompe. Cuando son más, el terremoto pone todo los anclajes alerta. Es un choque interno de energías muy poderosas. Es la rabia por la separación y la alegría de los mejores deseos; el misterio inabarcable de llamadas que no entiendo y libertades valientes. Es el que os vaya bonito y el que será ahora sin vosotros; son los nuevos horizontes que se os abren y el renovar la fidelidad a la promesa propia; el que nada va a cambiar cuando todo será distinto. Son los sueños soñados juntos que quedan por cumplir y la historia de amistad que continúa. El caminar juntos desde la distancia.











Ni más ni menos. Semillas. Pequeñas y limitadas. Semillas. Los árboles y las malas hierbas os perderán el respeto. Sencillas. Eres una semilla que nace de la mano de Dios. Tienes una capacidad tremenda de crecimiento. Unas enormes posibilidades de dar vida. Cantidad de flores para los demás se albergan en tu pequeñez. Sin embargo ahora, hoy, no eres más que una simple semilla. Y te pregunto…¿brilla?
verano y otoño. Otra vez invierno, primavera…y vuelta a empezar. Necesitamos que se nos caigan algunas hojas, algunas ideas, algunos deseos. Necesitamos otoño. También necesitamos un tiempo de desnudez interior. Sentir el frío. Experimentar nuestros miedos y defectos, nuestras limitaciones. Necesitamos invierno. Para reflexionar, cuestionarnos nuestro futuro, disfrutar del silencio y, en ese silencio, notar cómo aparece Dios. Un Dios que nos hace pasar por otoño e invierno para poder llegar a la primavera.
y auténtica. Sin el abono enriquecido con nuestros defectos no tenemos oportunidad de crecer. De madurar. Tan sólo después de haber pasado el frío del invierno podemos percibir la luz de la primavera. Entonces, sólo entonces, cambiaremos por fuera aquello que hemos cambiado por dentro. En el silencio de Dios. Y después seremos la planta más bella jamás vista (por ser
única e irrepetible) y todos los sufrimientos pasados cobrarán su sentido. 

Hablando después de un examen con Marco, un compañero de clase, me contaba cómo su padre le reclamaba que sacara mejores notas, que él cuando tenía nuestra edad estudiaba más... y todas esas cosas que todos hemos oído alguna vez.
Tenemos un pacto, caballeros...
Mirad lo que he encontrado escrito en un libro:
Aunque sea políticamente incorrecto, os dejo aquí este poema. Aviso, puede doler.