
Cuaresma suena a rancio,
no lo podemos evitar;
A naftalina con cilicio
y ayuno de generosidad.
A quien aprovecha.
para desahogarse,
siempre desde el púlpito,
con soberbia de santidad.
Las mismas bocas,
los mismos sermones
de dedo hiriente y culpa fácil,
contra todos y por nadie.
Y que pena...
porque no es eso.
Es parar, frenar y bajarse
del paso a salto de mata;
de los días sin sentido
solapados con desidia.
Es abrir, respirar y salir
de la cueva que atrapa
y nos condena a soledad,
precisamente junto a otros.
Es gastar, invitar y ofrecer
lo que se es, lo que se tiene
con la generosidad del pobre,
que poco sabe de austeridad.
3 comentarios:
hola Miguel,
Que poema precioso!!! Si no te importa lo pondré em mi blog :)
Me parece perfecto, Ka...
es poesía sin copyright :-)
Tema cuaresma: con el tiempo uno descubre que cada cosa llega a su tiempo. Cuando yo tenía 25 años un amigo que tenía 45 y trataba de hacerse franciscano me decía: "tú no lo puedes entender porque tienes 25 años, pero yo ya he follado (sic) todo lo que tenía que follar (sic) y ya no tengo ningún problema". Ahora que el que tiene 45 soy yo, le entiendo perfectamente. Del mismo modo, si no fuera porque los gin-tonics fueron dejando de apetecerme, mi hígado sería digno de un museo de historia natural. Uno va alcanzando la paz de espíritu sin estridencias, parece. Saludos
Publicar un comentario