19 diciembre 2006

sin ofender con soberbia de vida...


Siempre las flores vigilaron la muerte,
porque siempre los hombres incomprensiblemente supimos
que su existir dormido y gracioso
es el que mejor puede acompañar a los que murieron
sin ofenderlos con soberbia de vida,
sin ser más que ellos.
Jorge Luis Borges, de cuadernos San Martin (1929)

Ojalá "podamos ser como las flores" (perdón por lo cursi que suena...) y sepamos acompañar, sin discursos de significatividad y graciosamente (hay quien ama con cara grávida) la vida y los moribundos, sin ser más que ellos, sin ofenderlos con soberbia de vida. La destreza en la ternura creo que debe pasar por pegarse a la tumba y al barro de los que frecuentan el pan cotidiano de la caida, sencillamente. Este sí que es un "lugar teológico", el lugar.

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